Una mala inversión
Alguien nos dijo una vez que “El tiempo es oro”, y lo creímos!
A partir de aquel momento empezamos a invertir nuestro tiempo en crear riqueza, en encontrar horas para trabajar, ganar dinero y comprar y comprar, para así ganar tiempo al tiempo, y reinvertirlo de nuevo en crear más riqueza que nos permitiera seguir adquiriendo!
Fueron esos tiempos de prisas, de correr a ninguna parte, de los cuentos, cada vez más cortos a nuestros hijos, o incluso dejar que fuera la televisión la que se los contara, porque nosotros debíamos descansar para seguir ganando tiempo, para reinvertirlo en un círculo pernicioso de viaje a ninguna parte.
La expresión “no pierdas el tiempo” se convirtió en la expresión fundamentalista del nuevo Dios del día a día, en el que empezaron a no caber charlas intrascendentes, sentadas de café, y mucho menos noches frescas al abrigo de unos vecinos con una silla portátil de madera.
Y así, nuestro subconsciente, fue asimilando en un trabajo sordo pero efectivo, que nuestra vida ganaba tiempo, que éramos una generación escogida que sabía porque estaba aquí a diferencia de otras!
Por fin tenía sentido levantarse! Era para correr, trabajar, ganar dinero y buscar tiempo para gastarlo!
Lo demás se convertía en una especie de condimento innecesario al auténtico plato de la vida.
Y paralelamente enseñamos a nuestros hijos el valor del tiempo, que lo ocupaban con actividades, con los abuelos, o con canguros, mientras aprendían que lo importante era aprender, hacer actividades extra escolares, y que jugar con amigos en la calle o leer cuentos poco productivos…. No llevaba a ninguna parte.
Como toda burbuja, ¡esta también estalla!
“El tiempo es más valioso que el dinero. Usted puede conseguir más dinero, pero no más tiempo”
Y hoy, vamos viendo que el tiempo, SÍ es oro….
Pero en la medida en que lo aprovechamos para vivir, para dedicar el tiempo que requiere el disfrute personal, familiar o entre amigos.
Que se revaloriza cada vez que somos capaces de parar…. Dedicar tiempo a nuestro tiempo y contemplar sin prisas y desde varias perceptivas, algo tan sencillo pero tan complejo, ¡como la vida!
Una generación que hizo una inversión que se ha demostrado inútil y carente de valor, y que también nos sumió en una crisis… de valores.
Hoy, el tiempo sigue siendo oro, eso está claro, pero sólo en la medida en que sabes en qué invertirlo de verdad.
“El tiempo es nuestro activo más valioso, a pesar de que tendemos a desperdiciarlo, matarlo y gastarlo en vez de cuidarlo e invertirlo”
– Jim Rohn