Viviendo entre vendedores

Viviendo entre vendedores

Cuando uno habla de esta profesión, y además la practica, llega a la conclusión de que seguramente es de las que más solo te hace sentir, y más veces.

Es una profesión en la que nadie te evalúa ni te da un título, y no dependes de exámenes que te puntúen de una manera “objetiva”, y que, a partir de ese momento, todo el mundo sepa que tienes un título. Sabes lo que vales por tus éxitos o tus fracasos, y solo tú mismo eres capaz de “sentir” tu auténtico valor, lo que la convierte en una constante montaña rusa de emociones que suben o bajan dependiendo del día o el momento.

Te pasas una vida compitiendo contigo mismo, para mejorar tu propia marca, en un bucle sin fin de objetivos cubiertos, y nuevos retos, en una mezcla agridulce que nunca acaba de tomar forma, ni sabor. Pero si duras lo bastante, y la arena no te ha derrotado en alguna batalla, llegas a sentirte parte de ella, a convivir con todos sus componentes y hasta a entenderte a ti mismo en todas las dimensiones. Acabas entendiendo que, El éxito, es el resultante de restar los fracasos a tus acciones. La suma de ambos, tu experiencia, y la aceptación de todo, eres tú.

Y a partir de ese momento, ya formas parte del hábitat, dominas esa jungla, y ya no eres presa, ¡eres depredador! A base de convivir con otros vendedores, acabas siendo como el Lobo “fuerte en solitario, solidario en manada”, y tienes el egoísmo suficiente, para aprender de todos y de todo.

Cuando ese momento llega, disfrutas de lo que antes sufrías, y aprendes a tratar el éxito o el fracaso, como dos auténticos impostores, pues tú, eres siempre el mismo, ¡un luchador! Y pasado mucho tiempo, rodeado de auténticos vendedores, aprendes a sentir el sabor de la solidaridad, la amistad y el trabajo en equipo, y todo empieza a tener sabor, y nada es agridulce. Y un día, con ellos, miras atrás, recuerdas mil batallas, y ves cuantos se quedaron en el camino, creyendo que todo era injusto, sin entender que nunca llegaron a ser vendedores. Que nunca lo entendieron ni superaron, y que todo era más fácil, se equivocaron de profesión, que solo llegan al final, los auténticos supervivientes, que cambian, se adaptan al terreno, y se convierten en los Alfa de una profesión.

Uno de los mayores privilegios de esta profesión, es llegar al final, junto a otros profesionales, habiendo ganado a nuestro destino, a pesar de su dureza. Ver junto a ellos, el camino recorrido, sembrado de sueños, decepciones, retos, y mucho aprendizaje, juntos. Es como un viejo Blues que nunca acaba……. Y que tiene experiencia en su música, sabiduría en su ritmo, armonía en sus palabras, y nostalgia en su fuerza. Tiene el cansancio del que sabe al final, pero la convicción del que se conoce, y el orgullo del que se superó a sí mismo.

Este es mi homenaje a una profesión que me reto, y a la que vencí, y a algunos compañeros, que aún hoy, son inspiración para mí y muchos que empiezan, pero que ya, poco tienen que demostrar o demostrarse, más allá de disfrutar de su historia, contemplando la belleza de su obra. Hoy, siguen siendo muchos los llamados, ¡pero muy pocos los elegidos!

«La vida te pondrá obstáculos, pero los límites los pones tú, porque nada limita más que mirar los obstáculos desde abajo”

 

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