Siento, luego existo
Durante siglos y a través de las teorías Cartesianas (Descartes) se creyó que materia y mente, cuerpo y alma… Funcionaban por separado y, por lo tanto, el cuerpo debía ser tratado por el hombre y la mente (alma) por Dios.
Fue Newton, siglos después, quien se encargó de demostrar que funcionan como uno, inseparables, y que por lo tanto, son parte indisoluble del ser humano, por lo tanto pueden ser tratadas y mejoradas.
Pues en el mismo sentido, hoy somos capaces de ir entendiendo cada vez más y mejor que emoción, pensamiento y persona forman una especie de “Santísima Trinidad” indisolubles que cierran un todo.
No somos una persona cuando trabajamos y otra cuando paseamos, ni una cuando amamos y otra cuando odiamos.
Las emociones, las creencias y valores construyen nuestra manera de ver y entender el mundo, y nuestra interpretación del mismo dependerán nuestras reacciones y capacidad de respuesta.
Y es por ello que hoy, la necesidad de entendernos a nosotros mismos, a nuestro entorno y semejantes, se hace imprescindible para mejorar la relación con nosotros mismos y por lo tanto con el resto de personas que en su conjunto conforman nuestra zona de influencia en el círculo “vital”.
Nuestra curiosidad por conocer el mundo y el más allá de lo conocido, nos aleja muchas veces de la capacidad de observarnos y descubrirnos a fin de conseguir “conocernos”.
Y lo que es peor, si no nos conocemos…entonces difícilmente conoceremos a los demás con quien tenemos que relacionarnos, entendernos, e incluso a veces, tomar decisiones por ellos.
Bajar a las profundidades de ti mismo, surfear por tus emociones saltando por encima de tus creencias y superando tus propias limitaciones, ¡puede ser el viaje más apasionante de tu vida!
“Un sueño no cambia nada, una acción lo cambia todo”